10/12/10

"Eso de extrañar, la nostalgia y todo eso, es un verso. No se extraña un país, se extraña un barrio en todo caso, pero también lo extrañás si te mudás a diez cuadras. El que se siente patriota, el que se cree que pertenece a un país, es un tarado mental. La patria es un invento. ¿Qué tengo que ver yo con un tucumano o con un salceño? Son tan ajenos a mí como un catalán o un portugués. Son estadísticas, números sin cara. Uno se siente parte de muy poca gente. Tu país son tus amigos, y eso sí se extraña."
Martín Hache.

Yo creo que uno cuando está lejos extraña lo más idiota. Por ejemplo, cuando estoy lejos de casa extraño el desorden de la cocina, gritar porque el baño está ocupado y tengo que salir en quince minutos, que el gato se enfade y me arañe... las peleas se recuerdan con una sonrisa. A veces también se echa de menos el olor de tu calle, incluso cuando huele tanto a bar o cuando se estropeó aquél no-sé-qué-cacharro de la fábrica del barrio de al lado y justo aquel maldito olor llegaba a mi portal y se extinguía en el siguiente. Lo más irritante, estando lejos, lo recuerdas como tuyo. Cuando voy al Sur echo de menos la lluvia del Norte y cuando voy contigo extraño largarme al Sur. Y ya no me gusta que me llames cuando estás lejos.

6/12/10

no sé cómo puedo

En estos días, A., me han contado muchas cosas... cosas que en un estado de consciencia plena, en mi estado natural, me habrían hecho olvidarte o puede que incluso odiarte. Pero no ha pasado. Tú me has hecho diferente -peor-. Esas cosas, A., me han herido en lo más profundo de mí, me han arrancado un trozo de corazón. Sigo queriéndote. Me has robado la dignidad, la independencia, la cordura, la cabeza... me has robado mi ser, que ahora te pertenece y lo utilizas para pisotearlo una y otra vez; incluso ahora que estás tan lejos me hieres... no sé cómo puedes dormir tranquilo, y me da miedo tratar de imaginar a cuánta gente has destrozado para conseguir saciar tu ansia de atención, para alimentar ese narcisismo que ocultas muy bien con tu falsa humildad. Eres maquiavélico.
Recuerdo que no mostrabas cariño ni al hablar de tus amigos, esos que tanto te querían, recuerdo cómo los tratabas de tontos A., como si fueran piezas insignificantes de tu plan magno; y no sé en qué momento la locura me atacó y llegué a creer tus palabras, llegué a creer que yo no era una pieza más, que no formaba parte de ese plan que nunca sabré bien para qué trazabas. No creo que seas ni siquiera bueno... pero daría lo poco que has dejado en pie de mí al mismo Diablo sólo por pasar otra noche contigo, por poder volver a la profundidad de tus ojos azules, por volver a escucharte decir que soy la única que sabe hacerte cosquillas, por verte perder el aliento. No sé cómo puedo seguir queriéndote, no sé cómo puedo ser tan idiota ni sé qué puedo hacer además de beber y perder el control, para así sentir que te he perdido por algo.

Vega - Cuánta decepción